El mundo de hoy es muy permisivo. El pecado ya no se ve mal, así que muchos ni siquiera saben que tienen que ser rescatados de él. No saben qué es el pecado, cómo nos afecta y qué hace falta para ser liberados de la esclavitud a él. Las personas de buen corazón sienten un gran alivio cuando aprenden que Jehová, debido a su profundo amor y bondad inmerecida, envió a su Hijo para rescatarnos del pecado y de su consecuencia: la muerte (1 Juan 4:9, 10). El sacrificio de rescate de Cristo es la mayor prueba del amor de Dios, y nos da una idea del gran alcance de su bondad inmerecida. Nos consuela saber que, si tenemos fe en la sangre que Jesús derramó, nuestros pecados serán perdonados y nuestra conciencia quedará limpia (Heb. 9:14). Sin duda, esta es una buena noticia que debemos proclamar.
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